Información Básica
¿Qué entendemos por duelo gestacional, perinatal y neonatal?
En este espacio hablamos de duelo gestacional, perinatal y neonatal para nombrar con respeto y claridad las diferentes formas en que una familia puede atravesar la pérdida de su bebé. Aunque cada experiencia es única, estos términos nos ayudan a visibilizar realidades que muchas veces han sido silenciadas.
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Es el duelo que ocurre tras la pérdida de un embarazo, sin importar la semana en que haya sucedido. Puede ser espontánea (como un aborto temprano) o causada por un diagnóstico médico. Aunque la pérdida ocurre en etapas muy iniciales, el impacto emocional puede ser profundo y duradero. El vínculo ya estaba allí, creciendo en el cuerpo, en la mente y en el corazón.
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Se refiere a la pérdida del bebé entre la semana 22 de gestación y los primeros 7 días después del nacimiento. Este tipo de duelo ha sido reconocido por la Organización Mundial de la Salud (OMS), aunque desde este espacio lo entendemos de manera más amplia: abarca también otros tipos de pérdidas y separaciones que pueden ocurrir en el proceso de gestar, parir o recibir a un hijo o hija.
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Ocurre cuando el bebé muere en los primeros 28 días de vida. Puede haber nacido con vida, haber sido internado y recibido cuidados intensivos, nació con una enfermedad congénita, y aun así no haber podido quedarse. Es una experiencia de duelo muy profunda, que puede ir acompañada de confusión, trauma, y un gran vacío en la vida cotidiana.
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Cuando el fallecimiento sucede después de los 28 días, como por ejemplo a los 2, 3 o 6 meses de vida, hablamos de muerte postneonatal o duelo infantil temprano. El impacto emocional y simbólico sigue siendo parte del universo del duelo perinatal ampliado, porque el bebé aún estaba en una etapa de desarrollo completamente dependiente, y el vínculo con su madre y padre ya estaba profundamente arraigado.
Emociones durante el Duelo
El duelo de un hijo despierta una tormenta emocional difícil de anticipar. No hay una manera correcta de sentir; cada persona atraviesa este proceso de manera única, con emociones intensas que muchas veces se mezclan y confunden. Algunas situaciones en tu vida cotidiana desencadenaran estas emociones y eso es normal, poco a poco podrás ir entendiendo tu nueva manera de responder hacia ciertas situaciones, y con el tiempo aprenderás a calmar tu sistema nervioso.
Estas son algunas de las emociones más comunes, no se trata de poner etiquetas, sino de poner en palabras lo que muchas veces se vive en silencio.
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Aparece con fuerza, como una forma de buscar respuestas en medio de lo inexplicable. No responde a una responsabilidad real, sino al intento de darle sentido al dolor, puede ser que te preguntes “¿Hice algo mal?” o “¿Pude haber hecho algo diferente?”.
Estas preguntas duelen, y aunque no tengan una respuesta concreta, hablan de la necesidad de encontrar un porqué en medio de tanto dolor. Si sentís que la culpa es algo que te abruma y confunde, está bien que busques respuestas con los médicos.
Para los padres en duelo, es muy importante perdonarse así mismos para no ser perseguidos por la culpa, aunque no hayan sido los causantes de la muerte de su bebé.
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Miedo a que vuelva a pasar, a no poder seguir con tu vida, a que cosas desgarradoras te puedan seguir pasando. Es una emoción que invade y paraliza, validarlo es esencial para empezar a recuperar la confianza como padres, en el propio cuerpo (en el caso de la mamá) y en el futuro.
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La rabia puede dirigirse al cuerpo (en el caso de la mamá), a los médicos, a quienes no han pasado por lo mismo, a quienes hacen comentarios inapropiados, a Dios o a alguna fuerza superior. Aunque es una emoción incómoda también es legítima, ya que nace del dolor y de la sensación de injusticia. Es importante poder reconocer esta emoción para poder abordarla de la manera más adecuada.
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La pérdida de un hijo se suele vivir en silencio, sentís que el mundo avanza mientras vos quedás detenida o detenido en el dolor. Hablar sobre tu duelo y encontrar espacios seguros en los que te sintás acompañado puede aliviar esa sensación de aislamiento. Un hijo, desde el momento en que fue concebido, será por siempre parte de tu vida y no habrá nada ni nadie que pueda ocupar su lugar.
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La tristeza puede ser tan intensa que se confunde con depresión. Podrías llegar a sentir que se te nubla la mente, que no sos capaz de hacer nada. Si este sentimiento perdura o incapacita, es importante buscar acompañamiento profesional. Pedir ayuda es un acto de amor propio.
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Es común sentirse desbordados, desconectados o fuera de sí, pero queremos recordarte que no estás perdiendo la razón, estás enfrentando un trauma. Fisiológicamente también estás atravesando muchos cambios, y poco a poco tu cerebro va recibiendo las señales de tu pérdida.
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Cuando estás viviendo un duelo, cualquier decisión que debes tomar puede sentirse muy pesada. Es esperado sentir que el pensamiento se nubla y no saber cómo actuar, qué decir, o qué hacer. En cada situación que te sintás confundida o confundido, es importante tomarte el tiempo para reflexionar y no decidir sola o solo.
Mitos y Realidades
El duelo perinatal todavía está rodeado de muchos mitos que lejos de ayudar, generan más dolor y aislamiento en quienes lo viven. Romper con estas ideas es fundamental para validar el sufrimiento, acompañar con sensibilidad y permitir un proceso de duelo saludable.
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Realidad: El dolor no se mide por semanas de gestación, sino por el vínculo emocional. Una pérdida en la semana 8 puede doler tanto como una pérdida en el parto, el impacto está ligado a la historia personal, las expectativas, la conexión y el deseo. Desde el momento en que se empieza a imaginar y amar a ese bebé, la pérdida puede ser profundamente significativa.
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Realidad: Otro embarazo no reemplaza al bebé que se perdió, cada hijo es único, con su propia historia, y el amor por uno no anula el dolor por otro. Tener otro bebé puede dar esperanza, pero no borra el vacío ni sustituye el lugar de quien no llegó a quedarse.
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Realidad: Para muchas mujeres y familias, ese embarazo ya era un hijo amado, soñado, esperado. No se pierde solamente un cuerpo en gestación, se pierde un proyecto de vida, una identidad como madre o padre, un futuro imaginado.
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Realidad: El duelo perinatal no tiene fecha de vencimiento, no hay un tiempo indicado que marque cuándo “debería” dejar de doler. Es un proceso personal, no lineal, con idas y vueltas, que posiblemente perdurará toda tu vida pero aprenderás a manejarlo con el tiempo.
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Realidad: Cada experiencia es única, hay madres y padres que necesitan hablar mucho del tema y otros que prefieren el silencio. Hay quienes lloran a diario y otros que no pueden llorar. No hay una única forma de transitar el duelo que sirva para todas las mujeres o familias, lo importante es que cada quien pueda vivirlo a su manera, sin presión ni juicio.